Holanda ha tenido una historia única en cuanto a la legalización de la marihuana. Aunque el uso y la posesión de marihuana son ilegales a nivel federal en Holanda, el país ha adoptado una política de "No persecución" en relación con su uso.
Al incio de los años 70 el estado inicio una política de "tolerancia cero" lo cuál costó muchos recursos a la federación y metió a muchos a la carcel por solo ser simples consumidores o cultivadores. Pero al paso de los años el uso de marihuana se volvió cada vez más común en la sociedad holandesa. En ese momento, el país estaba experimentando una gran cantidad de problemas relacionados con las drogas, y las autoridades buscaban una manera de abordar el problema sin caer en mecanismos violentos y represivos para su persecución.
En 1976, el gobierno holandés anunció una política de "tolerancia cero" en relación con el uso de drogas duras, como la heroína y la cocaína. Sin embargo, decidieron adoptar un enfoque de "no persecución" en relación con la marihuana o cannabis, lo que significaba que las autoridades no perseguirían a los usuarios de marihuana pero seguirían penalizando su posesión y comercialización.
A partir de ese momento, se permitió la venta de marihuana en los llamados "coffee shops", lugares donde los clientes podían comprar y consumir marihuana. Aunque estos lugares estaban sujetos a regulaciones estrictas, se les permitió operar, y se convirtieron en una característica distintiva de la cultura holandesa.
Estos coffee shops estaban autorizados para vender pequeñas cantidades de marihuana a los clientes mayores de 18 años, y debían cumplir con ciertas regulaciones, como la de no vender drogas duras, y no permitir la entrada a menores de edad. A pesar de que la marihuana sigue siendo ilegal, el país se ha dado una política de no persecución que tenía como resultado evitar procesar de manera penal a las personas que poseían pequeñas cantidades para consumo personal.
Para poder abrir uno de estos lugares es necesario tramitar una licencia, contar con los permisos de limite de producto, encontrarse el establecimiento en una locación segura y cumplir con todas las regulacones sanitarias y ambientales.
Sin duda, Amsterdam es un ejemplo de la postura que los gobiernos deberían de tener respecto a los consumidores de cannabis. Tratarlos como delincuentes es un error que solo lastima el tejido social destruyendo y separando familias. Es mucho mejor atender el problema de las adicciones como un problema de salud y no de carácter penal.
A lo largo de los años Amsterdam ha tenido controversia en torno a esta política, ya que algunos argumentan que la tolerancia de la marihuana ha llevado a un aumento en el uso de drogas más peligrosas. Sin embargo, también se ha argumentado que la política de "tolerancia cero" ha ayudado a reducir los problemas relacionados con las drogas en Holanda, al permitir que las autoridades se concentren en el control de las drogas duras.